3 poemas de Yarisa Colón Torres

Los poemas de Yarisa Colón Torres son poemas colmados de ternura. Ternura para el mundo, por más duro que sea; pero también ternura para sí. Sirven casi como una ética para el año nuevo ya que, por pura casualidad, inauguramos el 2024 con un poema sobre un primero de enero, En ese “[a]ño nuevo 2015, versión 2023”, “abunda / incertidumbre”, y, como en este, “hemos llegado temprano a la injusticia”. Y ahí hay mucho. Sin embargo, cuando, casi al cerrar poema insiste en que, del mismo modo que madrugamos la injusticia, desafortunadamente “hemos llegado tarde / a la ternura...”, los editores no podemos dejar de pensar en el momento presente, en el que la aún rabia la guerra que recién comenzaba cuando publicamos nuestro número anterior, en octubre, y que hoy se ha intensificado y se quiere genocida. La poesía es el único lenguaje de lo profético. Yarisa nos lo recuerda. El 2024 ha llegado temprano a la injusticia y tarde a la ternura.
— Los editores

Yarisa Colón Torres (Puerto Rico, 1977) vive en Queens, Nueva York. Es poeta, educadora y creadora de libros hechos a mano. Por más de dos décadas ha publicado su poesía de manera independiente. También ha organizado talleres de creación de libros artesanales, y colaborado con artistas visuales, performerxs, músicos y artesanas en proyectos que giran en torno a la palabra escrita. Entre sus poemarios recientes se encuentran: Enredadera y Colmillo (Versión 2019) y Viento Abajo (2022). 


 

3 poemas de Yarisa colón Torres

Año nuevo 2015, versión 2023 

Lo primero 
enero 

si no es aquí es allá 

abunda 
incertidumbre 

hemos llegado temprano a la injusticia 

son tantos los cuerpos 
contarlos no puedo 

alguna vez te dije 
crearemos un nuevo calendario 

“zapatero a su zapato” 

jamás actuaré lo suficiente 
mente 
bien 
estar es la criatura que vive del unicornio 

¿abundancia 
o verbo? 

a quien menos hiero  
hiero peor 

hemos llegado tarde a

la ternura de eso trata 

el regalo es inmenso 
no se ve

Salir de nuevo 

Si hay que salir de nuevo 
que sea cantando 
con otra voz 

quitarme las manos de las manos salir de mis
propios brazos desencajar los pies 
las caderas 
sacudiéndome  

si hay que irse de mí
misma salvar la vista de
mis ojos que sea un lunes  
bien temprano 

en esta sala llena de
plantas que sean ellas las
testigos de la carnicería a
cuestas

Caparazón que nació en El Bronx 

Tengo una armadura  
de carne y hueso 

tiempo tardó en crecer  
susto y esfuerzo 

solté la furia  
como malla al mar 

hundí – como a Salcedo – 
el pensamiento  

aquello rancio  
entre las piernas
ya no me atrae  

óyelo  
es bonito  

son dignas las batallas  
desde acá 

Las fotografías son de Max Murauer., a través de Unsplash.