Selección de la epopeya Algarabía, de Roque Raquel Salas Rivera

El primero de los tres poemas de Roque Raquel Salas Rivera nos pasa del viaje de la ciencia de Gaddiel, a un viaje hacia un adentro incómodo. En “Tomando en serio los sueños”, la voz protagonista—llamémosle Cenex, por eso de—, se sienta a compartir un porrito con un tal Carl (Sagan) y una tal Titi Aixa. A medida que fuma, el momento es abrazado por un deleite que incrementa, que alterna la frecuencia, cambia de registro. ¿Quién abraza? ¿Quién pone? Nada más ni nada menos que Las inercias, esa pulsión quizás atómica, quizás existencial, que una vez es nombrada por Roque Raquel entendemos que ya conocemos. Las inercias, a menudo y de la nada, abundan, “jugo de lumen, puro, espeso”, “cambio de forma, condensado,” “la saviasperma de la madera”. Y ahí, cuando cunden estas, desaparece el guille y, por un instante; la presión de mundo. La voz poética, Cenex, “Desprovisto de dirección, despojado de posibilidad,” hundido en el instante sabático, siente una alegría honda, la primera en mucho rato; paréntesis cannabinesco. Pero entonces el cuerpo, el deseo. No somos solo ente existente, somos también cabeza, y de alguna manera las partes del cerebro hacen que también seamos mente, y Cenex, la voz poética, siente, a la vez, el peso de la inoperancia, la tristeza de no tener hogar, trabajo, destrezas, y el hecho que lo “entrenaron para ser arma, pero sin combate”. Crisis existencial.
— Los editores

Roque Raquel Salas Rivera (él/elle) es un poeta, educador y traductor puertorriqueño de experiencia trans nacido en Mayagüez, Puerto Rico. Sus reconocimientos incluyen el nombramiento como Poeta Laureado de la ciudad de Filadelfia, el Premio Nuevas Voces, el Sundial Literary Translation Award y el inaugural Premio Ambroggio. Cuenta con seis poemarios. Algarabía, su séptimo , será publicado en septiembre de 2025 por Graywolf Press.


 

Tomando en serio los sueños con Aixa y Carl.

 

Como cuando los trabajadores exhuman restos,
así también Carl perturbó la complacencia
y su cabeza se volcó en una gran X. 

Uso este nombre para fumar,
para que no despidan mi poca seriedad,
dijo el bolsillo parpadeante en el medio
de su cara X, desglosando su trato
con el duende de los siete colmillos.

Mi deleite incrementaba, absorbiendo
sus "tonos exquisitamente profundos",
"armoniosos en su yuxtaposición". 

Las inercias empezaron a abundar.
Eran jugo de lumen, puro, espeso.
Eran el cambio de forma, condensado,
la saviasperma de la madera.

Qué sensación tan maravillosa y sin guille.

Carl pasó el fili para otra ronda
y, de la nada, me sentí triste. No tenía hogar,
trabajo, destrezas o queridos y me entrenaron
para ser un arma, pero sin combate.

Desprovisto de dirección, despojado de posibilidad,
esta fue la primera alegría que sentí desde Jacinto,
y me trajo el pesar del tiempo perdido,
del deseo no realizado, 

pero las inercias zumbaban aprobadoras,
Carl me pasó el fili y seguimos fuma que fuma.
Era tranquilo y amable, pero un chin y, en fin, estrai.

A su lado, a Titi le importaba un carajo.
Todo lo que ella quería era que el ruido,

            calle-
            era asentado
            en el cielo
            de recreo,

mientras el ritmo de la voz de Carl
cosía Volkys de las estrellas.


Conoce a los Obregón. El brillo de las inercias se amortigua con el sol, y por raro que sea el enjambre de luciérn(h)adas, igual de raro es el comportamiento general del poeta.

 

El apellido de la familia era Obregón.
Cada miembro desarrolló un estimado
independiente de las adquisiciones vitales.  

Rocas en un malecón, sus demarcadas figuras
restauraron la seguridad arrebatada por la marea. 

El padre trabajaba.
La madre trabajaba el doble.
El niñocleta jugaba y consumía.
Me mostró cada uno de sus juguetes,
cuáles eran para matar, cuáles para estrellar.
Algunos tenían una función más educativa
(un telescopio, circuitos snap, un laboratorio)
para orientar sus estudios hacia la ciencia.

Puedes dormir en el piso. Ponemos una carpa.
Me dio el recorrido. En la cocina, los susurros
de sus progenitores lo decidían todo. 

El señor Obregón era el padre.
La señora Obregón, la madre.
El niñocleta, Omar, tenía nueve.
Yo solo había sido apenas niño
y su expresividad y energía despeinada
me mantuvieron hechizado.  

Obregón padre subió las escaleras,
a punto de prohibirle a su hijo el nuevo muñeco,
pero me quedaría. Seríamos una familia (por ahora).

Lo que yo deseaba era un respiro, un lugar
donde pudiera dejar de pensar en la próxima
comida o alguna protección contra las picadas. 

De eso se trata la familia para muches:
un sitio al cual pueden volver, una base. 

Cuando pierden el trabajo, cuando
pasan por el divorcio, ahí: la familia. 

¡Qué alivio saber que tenía techo por ahora!


Cenex el no incorporado

No hubo carpa, pese a las protestas reiteradas. 

Yo era un extraño.
Podía ser animal o mineral
y su Omar era único, un semidiós.  

Siendo el miembro no incorporado,
me tocó dormir en un hangar,
con los materiales de oficina del padre.
Era un espacio neutral durante las disputas
y alguna vez también fue celda solitaria.

Me sometieron a un recorte.
Sin tocar mi género, por miedo a asumir
una postura, y con la precisión de una navaja,
la estilista trazó una línea fina entre
la androtopia y la moda de mayores. 

A cambio de mis andrajos, me dieron
la ropa de los años enflaquecidos del señor,
que me quedaba tan sutil como un campanario
en un pueblo de una sola iglesia. 

Los Obregón presentaron su encuesta
y, tras mis historias sobre mutaciones y la ternura
del basurero, me ordenaron a jamás repetirlas
para no prestarle nada al contrincante. 

Yo era Cenex, un loco inofensivo,
un plato para mentas que usamos de llavero.

 

* En el poema "Tomando en serio los sueños con Aixa y Carl", "tonos exquisitamente profundos" y "armoniosos en su yuxtaposición" son traducciones de "Acute Intoxication: Literary Reports", un artículo escrito por Carl Sagan bajo el seudónimo "Mr. X" para evitar el estigma social asociado con el consumo de mariguana. Fue publicado por primera vez en Marihuana Reconsidered en el 1991.