5 poemas de Kidany Acevedo Miranda

Si los poemas de Efe Rosario, el poeta anterior, luchan por no sucumbir en el hábito salvaje, para los de Kidany Acevedo Miranda ya es demasiado tarde. La voz poética de Kidany está al fondo del precipicio, viva, y desde el primer poema reconoce que ‘hoy todo es efecto/—consecuencia—/ mi causa queda remota / habría que desllagar la costumbre para nombrarla / capa por capa / hasta la médula / turbar el primer círculo / profanar el eco / dejar de ser el imbécil’. Aquí el hábito salvaje se ha encarnado, hecho costumbre, y en el proceso ha borrado lo que pudo haber estado allí. Los siguientes poemas intentan o, al menos, consideran iniciar un proceso de recuperación. Pero, este poeta ha recibido todos los golpes que han de recibirse y, a diferencia de lo que nos dicen los profetas de la resiliencia virtual, comprende que jamás se recupera nada, que ‘para creer en nuestro movimiento / otro debe quedarse quieto / o alejarse / las caídas por si solas no bastan como referencia’. Al rebuscar la herida, ‘lo único que logra moverse es el miedo que se muda / a una herida / más cerca /. de nuestro pecho’.
— Los editores

Kidany Acevedo Miranda (Orocovis, PR) es autor de los poemarios Simulacros, Múltiples, Ajustar Cuentas, Flores Amarillas para un Perseguido y Estrategias para Traicionar. Ha colaborado con los músicos puertorriqueños Mijo de la Palma, José Eduardo Santana y Acho Brother; también con los artistas de grabado Marcos de Jesús y Martín García Rivera.


5 poemas

 

consecuencias

hoy todo es efecto
      —consecuencia—

mi causa queda remota
habría que desllagar la costumbre para nombrarla

capa por capa
hasta la médula

turbar el primer círculo
profanar el eco
dejar de ser el imbécil

y no aprender nada de vuelta

empuje válido
      a Melvin López Rivera

para creer en nuestro movimiento
      otro debe quedarse quieto
            o alejarse
las caídas por si solas no bastan como referencia

hacen falta el rencor de la brisa
      la inercia de las sombritas que hacen las manos
             el pánico a la pausa
                  el no levantarse de alguien que hayamos golpeado

la culpa propia
en contra de uno mismo
es el único empuje válido

cualquier otro intento
no alcanzaría más que sacudirnos y cuando eso sucede
lo único que logra moverse es el miedo que se muda
a una herida
más cerca
de nuestro pecho

mi parte animal

mi parte animal
esa que me defiende de la muerte
es previa a mis manos

es ella quien se escapa
quien riega las flores
quien guarda cuchillos debajo de la almohada
      cuando la noche se vuelve absoluta

no es cosa de hombres esto que tiembla acá adentro
sino una horda de aves de barro
      cayendo desde mis huesos

ella pasta en la voluntad del odio
      y encuentra el instante donde puedo matar
            sin que sea posible la culpa

ella
esa parte de mí a la que todos temen
es en la única que deben confiar
porque también es capaz de amar
sin necesidad de la memoria

lo irremediable

un aire frío
ocupa las recámaras del pecho
y no hay memoria
ni enfermedad que lo justifique

el espanto descuaja la inercia
y el ayer se reduce a lo que nunca he sido

no puedo llamarle dolor
ni suerte
no puedo predecirlo
no lo puedo negar ni aceptarlo

hay tanto yo arrojado al mundo
que no puedo defenderme

hay tanto mundo estancado en mí
que no podrá matarme

brindis para un cierre

por mí
que nunca fui invitado a esta ceremonia
y miento en ofensa propia
a quienes no saben equivocarse

salud porque recaigo en las trampas
para no perder solo

porque me declaro vacío y no vacante

larga vida para mí
que soy capaz de llorar cuando amenazo

celebro porque al final
también yo seré final
y no habrá quien se disculpe por mis rencores

brindo por mí
que solo seré extrañado
donde no tuve que defenderme