I: el profundo, poesía de Gaddiel Francisco Ruiz Rivera

Los poemas que incluimos de Gaddiel Francisco Ruiz Rivera se alejan del presente, le dan la vuelta al reloj y alternan registro. El de “I: El Profundo” es un registro hondo, de largo alcance, fundador de mundos, y nos ofrece un nuevo lenguaje para describir la emergencia de un planeta que puede ser este o que, en un principio, cualquier otro. Hay algo de la imaginación genésica de estos poemas que atrapa y que nos carga de anticipación, nos hace querer saber qué es lo que hierve, qué lo que se cuece en los caldos primordiales... En toda cosa que surge, nos recuerda Gaddiel, se juega con muerte, y, de pronto, aparece en los poemas la vida animal, la lengua del rorcual, la velocidad del atún azul, las maromas del krill, la orca merodeadora, el ballenato, y aquí y allí hay hambre, hay vida que come vida, y “cada bocado reitera los hallazgos / pero ‘de algo hay que morir’ canta atiborrada / por la rutina del hambre hasta que es tiempo / de ir a descochar el espiráculo”.
— Los editores

Gaddiel Francisco Ruiz Rivera (Puerto Rico, 1991) es artista, escritor, editor y profesor. Ha publicado los libros Via crucis de la otredad (2012), Reptura de agua enchufada en una isla (2015), Remedios crónicos para enfermedades caseras (2016), lógica escata (2017), De raíz (2022) y Teoría del ave en mano (2023). Publicó en el 2023 una edición crítica de Zoopoligrafía de José G. Padilla, libro del 1855. Dirige mensualmente la Peña Ponimágica, un encuentro de artistas enfocado en la comunidad lgbtqi+. Participa activamente de la escena kiki del Ballroom Boricua como madre de la casa House of Puns. Funda en el 2024 el proyecto editorial Semipermeable.

 “I: El profundo” es la primera de 5 partes de Cómo sabe el níspero (manuscrito).


 

La oruga colérica que arrasa
en el decir de volcanes
que desparramados avanzan
en un secreto a voces.

Rubén Ramos Colón, “Ultramar (2)”

falla 

más allá de las eras, la cicatriz profunda
gárgara ardiente en la boca marítima
con su neurona lenta
corriente ciega
cordillera como un colmillo 
presión de mordida contra la encía del magma
cuando duele la lentitud de la muerte
prende fuego bajo el agua hasta hervir bacterias

las Grayas de inframar presagian un ritmo
el hervor continental que repica entre dos placas
acompasa maracas de rumor invertebrado:
son rocas que quieren ver la estrella alguna vez


efecto probeta

la lengua del rorcual activa el refractómetro
filtra la muestra de plancton con inminente informe:

el fantasma suspendido de un sintético
la moribunda abundancia de los dinoflagelados

cada bocado reitera los hallazgos
pero “de algo hay que morir” canta atiborrada
por la rutina del hambre hasta que es tiempo
de ir a descorchar el espiráculo 


fosa

a millas por hora del atún azul,
es profunda maroma calcar krill con la lengua
si las orcas merodean a tu hijo
la orcina hambre se sacia en bembas del ballenato
las próximas horas,
el niño desgaja un fenómeno de lágrimas
festín de condrictios en tus ojos,
las horas contiguas, cantamos, rompemos la cuerda de los bajos
madre con triste mirar irrumpe en el cielo
zambulle la extensión de su llanto
el duelo hacia el viaje polar


el profundo

en tu próximo ascenso obtendrás merecido respiro
aquel galeón de tiburones territoriales
se vierte carbón al futuro
todo hato y malecón profuso en coral de resaca
será tu canasta de alimentos tóxicos
ahora toca dormir
en el profundo secreto planetario
fosa amplia al aproximarse la luz
donde juega tu boca a volcar relojes de arena
toca la lengua el imposible sol
pez luminaria, juego en tu mandíbula
despeinas algas de un ano imaginario y eviterno


la tercera venida

Puerto Rico ha estado dos veces bajo agua.
conocimiento geológico general

yo estuve de antemano en tu tercera venida
tú siempre vendrías de improviso por el ojo brujo
quieres tomar desprevenido al nuevo ramo de especies
volcar su suerte embate tras embate, pero
aquí aguarda la tumba del caracol milenario
la huella trilobita del karso al dormir
burla su historial detonante
ha mojado sus pies y te recibe
tendiendo el fetiche sobre el miedo
para orinar bahías dulces en tu ombligo


calamidades

cuando descienda sobre la cicatriz de la falla
el confligido sobrante bélico por venir
y un nuevo mar decante
el sedimento inmundo del conflicto,
ve cómo se asientan nuevos brillos
en bahías viejas
calamares nunca vistos entre sí
hasta la nueva fuerza de la atmósfera y el dragón
que fuerza moluscos al desahucio del profundo
buscando vida nocturna en las barras oxidadas
peces dormidos o enfermos


carne humana

el estómago del Atlántico olvida
los siglos en que fue forzado a tragar
inertes cuerpos africanos
fragmentados una y otra vez por los hambrientos
pronto evolucionará el pez sobre las sobras
que arrojan al mar aún los esclavistas