4 poemas de Claudia Becerra
Claudia Becerra (Bayamón, 1980) es poeta. Versión del viaje (2018) es su primer libro.
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Perdido el sentido del deseo,
perece el horizonte con un batir
de palmera contra el viento.
Hay un mar que confundes con estepa.
Deliras una tierra y cubres el oleaje
con un sosiego vegetal, mas verde quizás
por la dilación del día y tu pupila.
A lo que ahora buscas como una vuelta
al hogar de las palpitaciones:
acaso encuentres una versión de ti
que no incluya el miedo oriundo
o la consecución de los nombres.
Acaso halles allí una versión del viaje
que finalmente te excluya. Aunque
no sepas bien cómo se envasa el mar,
por cuál de sus oídos, en cuál
de sus extremos, argüirle
con voz apegada como en secreto,
sobre su demasía, sobre su tonelada
de sed y fondos, sobre la insondable
ranura que nunca vimos, siempre
al otro lado de tu vocación.
7
Como si aquello que dijera último
fuera estirpe de la derrota.
Como si ya todo ostentase su semilla
muy por debajo del arraigo.
O como si un nudo de sol infiltrara la noche,
raptándola. Pienso en tus junturas,
en el tránsito del cuerpo acribillado,
resumido en su forma repetida
emulando un destierro.
Tú y tu sombra, una misma voz,
pactan esta distancia:
no habrá cercanía que a ti se acomode.
Serás el recinto de tu propio asedio.
Un eco rotundo quedándose
aquí, adonde ya no vuelves.
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Avistamiento de una isla.
Desembarcas el corazón,
tus acordes bruñidos por la inesperada
adversidad de cada uno de los puntos
cardinales. Tus ojos, dos brújulas
balbuceantes, humedecidas en el ardor
de la sal y el repique. Qué será́ una isla
si no un bastión de seguridades simuladas,
donde caminar continuo es maniobrar giros,
toparse en la arena con la huella anterior,
ligeramente cambiada
por todo lo que compromete el paso
de un minuto sobre las cosas. Por eso,
puede que una isla sea comprender
la comedia del rodeo, la sorpresa
del círculo que no encuentra
otro círculo que se le parezca.
Fíjate ya, cómo vas de vuelta a tus pasos.
13
Nadie te preparó para el color de las amapolas.
Al centro, un estambre de amarillo tocante,
romboides alrededor, como decir,
pétalos. Un vericueto por donde adentrar el dedo:
pálpalo. Tendrá́ algo de túnel intransitable, tal vez,
de regazo entre perdido y abierto. ¿Acaso delibera?
Condenada al tallo, al color, al temperamento
del sol y el soplo, tú, en cambio, dueño del mástil,
no sabes a dónde enrumbar la risa ni en cuál
de tus parajes hacer anclaje.